The Weird Menace
[1] La reivindicación de un oficio: El Juguete rabioso. Un fanzine de fake, remake y ensayo ficción. Número 1, Marzo de 2011
Porque está en la esencia del fanzine ser permeable a los
acontecimientos próximos a su materia, parece lógico que, en una época
de deterioro económico, resurja el interés por este género u otros
similares, como el folletín, sea o no con pretensiones conceptuales. En
el caso concreto de este fanzine, lo que se aprecia es un regreso al
género, quizá como ejercicio teórico “de la falsedad”; o lo que es lo
mismo, a las circunstancias de escritura en una actualidad que no deja
de cuestionar la operatividad de términos como origen, originalidad,
propiedad y autenticidad. Como ha señalado Fernández Porta en Homo sampler, es en estos momentos cuando el lo-tech está cobrando “credibilidad, a la vez que el do it Yourself se presenta como una marca- ¡inequívoca!- de honestidad” (Fernández Porta, 2008: 121).
Trasladando esta tendencia a la escena de la creación literaria
nacional, podría decirse que su legitimación en el contexto oficial
sucedió igualmente en el interior de esta obra, publicada por Anagrama
en 2008; además desde un punto de vista ideológico, teórico, estético y
estilístico, si se piensa que el autor aprovecha la textualidad de
géneros como el fanzine, más allá de su eficacia semántica, en
conjunción con una visión ampliada del sampleado, que aparece revisado
en términos de identidad. Si esta idea es relevante es porque la
metodología unida a estas prácticas suele aparecer vinculada a un
temperamento creativo, próximo a su vez a una retórica emocional
nostálgica; puesto que bajo pretensiones de realismo estético (lo-tech),
recrearía realizaciones hand made sin serlo. Esto es, presentando
acabados no profesionales o manufacturados a partir de un trabajo con
dispositivos y herramientas de alta tecnología (por ejemplo, la película
del Proyecto Nocilla).
Una muestra reciente de este aspecto podría encontrarse en el primer número del fanzine El juguete rabioso
de Jorge Carrión. Un trabajo que fue presentado como un regreso a los
orígenes (las fotocopias), pero también como una operación nostálgica de
regreso a los proyectos amateur desarrollados en los años de
estudiante. No obstante, observada con atención, la publicación no tiene
tanto de amateur, aunque pueda considerarse “precaria” por las
exigencias del formato (en este caso, papel de bajo gramaje y
consistencia). Antes al contrario, podría hablarse de una creación de
autor, dado que constituye un ejercicio profesional cuya apariencia,
además de calculada, se intuye prevista (como en otras ocasiones, es
Robert Juan-Cantavella quien se encarga del diseño). En este sentido, el
fanzine también podría ser considerado un objeto “de lujo” (carácter
reconocido por Carrión en una nota en su blog), e incluso un fetiche
literario, si se considera el proceso editorial del proyecto, así como
su distribución y venta (por ejemplo, sin que haya exposición de los
ejemplares, como ocurre en Tipos Infames, Madrid).
Sin embargo, por el hecho de que tanto el desorden como las
irregularidades de imagen (aquellas que no son propias de la impresión,
sino que provienen del diseño del texto) puedan llegar a resultar
excesivas por su detalle, podría decirse que este fanzine plantea en sí
mismo la posibilidad de ser considerado un fake de su propio género,
aunque sea en términos estilísticos, no así estéticos. Considerando la
época en la que se inscribe, la publicación se convierte en la muestra
de una actitud concreta frente a lo literario, que cobra sentido en
contraposición al vertiginoso ritmo de producción de novedades de la
industria editorial ante una crisis económica. Un motivo que hace que lo
más interesante de este fanzine sea la recuperación y renovación
conceptual del género, que no descansa tanto en la reproducción de los
recursos formales propios del mismo (el papel fotocopiado), como en
haber asumido su carácter y actitud inicial, punk, como modelo y medio
de expresión.
Así, y a pesar de que la tendencia editorial viene a confirmar la buena salud de prácticas como el remake o el fake
discursivo, que son tendencias con una amplia tradición, este primer
número del fanzine cobraría especial relevancia a la luz de uno de los
últimos acontecimientos del circuito literario español: la puesta en
cuestión de la legitimidad del apropiacionismo y el remake como técnicas
de construcción textual, por parte de María Kodama frente a El hacedor (de Borges), Remake.
Bajo este punto de vista, y aun cuando todo el fanzine está dedicado a
esta temática, conviene resaltar la presencia de dos textos que, por su
naturaleza, parecen haberse adelantado a la discusión planteada a raíz
de esta polémica. Dos relatos que no comparten los mismos
procedimientos, pero que sin embargo participan de un mismo temperamento
discursivo, como visión similar de lo literario. Los textos “El Paseo”
de Marc Caellas y “24” de Jorge Carrión, basados respectivamente en los
conceptos de edit y sampleado.
Así, el primero de los relatos recupera el concepto edit de la escena
musical, para después iniciar su traducción literaria en torno a El paseo
de Robert Walser. Según puede apreciarse en el fanzine, el edit
consiste en una relectura cuyo resultado es un texto renovado, aunque
claramente derivado del original. Esto es, el resultado de un proceso de
edición que puede consistir en tareas de selección, discriminación de
componentes o implementación de la pieza, con el fin de alcanzar una
actualización del texto, teniendo en cuenta un marco diferente de
recepción.
Se trata, por tanto, de un ejercicio de control sobre un texto, sea
musical, visual o literario, que se aproxima al concepto de depuración,
pero bajo una concepción flexible del término. Lo que resulta, entonces,
es una obra derivada de la anterior, a la que se accede a partir de
mecanismos de apropiación, y en la que se produce un traslado de un
procedimiento de composición musical a otro contexto, en este caso
literario. Así, el objetivo puede ser hacer más atractivo un texto de
acuerdo a ciertos imperativos de mercado; o bien llevar a término una
forma de reapasionamiento estético que, aunque parte del objeto, se
dirige fundamentalmente hacia aquello que lo singulariza, es decir,
hacia su propuesta constructiva.
Por otro lado, si se atiende a la propuesta de Carrión, “24”, puede
apreciarse cómo el autor opta por trasladar (y traducir) a lo literario
el mecanismo de apropiación y sampleado de la película The clock
de Christian Marclay. Para ello, y a través de la gestión de su legado
literario, Carrión sustrae diferentes extractos y citas que son, a su
vez, asépticamente apropiados. Es decir, ejerciendo un procedimiento con
el que interviene una tradición literaria de forma horizontal, sin
necesidad de representar jerarquías, como hacía Christian Marclay en su
obra.
Teniendo en cuenta el proyecto fílmico, se constata que la
complejidad de la propuesta no se debe únicamente a la pericia técnica y
estructural de la obra, sino a la noción de tiempo, que se desarrolla a
partir del concepto de duración, también utilizado como agente
expresivo. Cabe señalar, por tanto, que la película The clock
se singularice por el hecho de ser el procedimiento de sampleado de
clips y secuencias visuales que la integran (materiales tomados de
distintas películas); además con la peculiaridad de representar en ellas
imágenes de relojes que muestran, a su vez, horas diferentes. La
película tiene una duración de 24 horas, que son filmadas a lo largo de
la película, haciendo coincidir el tiempo de los espectadores con el
tiempo que muestran los relojes. Dicho con otras palabras, The clock pone en escena 24 horas sobre 24 horas; que es el motivo que posteriormente adapta Carrión en su relato, bajo el título “24”.
Sin embargo, dadas las características de cada medio, Carrión opta
por mostrar literariamente el transcurso de un día, valiéndose para ello
de citas y extractos textuales tomados de obras literarias diferentes.
Una serie de textos que aparece enunciada en el margen derecho de cada
página, en orden de sucesión; pero a pesar de lo cual la transición
entre una pieza y otra no acaba de reconocerse formalmente en el texto.
Antes al contrario, la progresión temporal del relato, es decir, la
sucesión de acontecimientos, es la que va construyendo una temporalidad
que ya no permite hablar de fragmentación discursiva, como de una sola
construcción. No se trata de una operación de corta y pega, sino de
sampleado, motivo por el cual no resulta pertinente el uso de comillas,
puesto que funcionan (pragmática y discursivamente) como un todo, y
resuelven, además, una necesidad textual concreta.
Lo que se pone de relevancia, entonces, es una estrategia de creación
que conlleva una sensibilidad estética diferente, basada en primera
instancia en un desplazamiento de los límites habituales entre
producción y consumo. Como ocurre en otros espacios no necesariamente
artísticos, el reciclado (y vaciado) de signos conforma una tesitura
creativa que poco tiene ya que ver con los principios asociados al
modelo de construcción textual posmoderno; sino que parte de una forma
natural de relación con el entorno cultural que pasa por este tipo de
procesos. Tanto sería así, que ésa es la razón por la que estas
soluciones deben más al hecho de asumir la contemporaneidad como espacio
de reflexión (qué significa crear actualmente), que al uso de unas
técnicas concretas (que es, normalmente, lo que se subraya de estos
textos).
Se trata de la suspensión del carácter histórico de los objetos
culturales y, por tanto, del adelgazamiento de la tradición, pero sin
que esto suponga una mala práctica, un gesto deshonesto, o un mero
ejercicio estilístico, sino otro tipo de reconocimiento y actitud hacia
ello. Un término importante es el de vaciado, puesto que ya no se trata
de pensamiento irónico o de deconstrucción de una tradición, sino de una
reescritura (y apropiación) de lo al/ready made, es decir, de aquello
que hoy está disponible.
[2] La reivindicación de una actitud: 5000 Negros. Un fanzine pulp. Número Especial. Octubre de 2011
Otro ejemplo que cabe mencionar, además del anterior, es el de 5000 Negros. Un fanzine pulp, también de reciente aparición. Un proyecto coordinado por Óscar Sáenz y Violeta Hernando, que participa del carácter artesanal del género, pero sin otorgarle el carácter exclusivo o de culto del anterior. Quizá por ello, sus autores han optado por elaborar un fanzine en conjunción con las posibilidades que ofrecen las herramientas digitales para la edición, la gestión y la promoción de contenidos; haciendo que éste salga a la calle no únicamente al viejo estilo. Sin embargo, no cuentan con una versión digital completa de cada número, por lo que el uso de canales digitales de información parece destinado a la presentación, promoción y archivo de cada publicación. Es decir, en tanto plataformas de visibilidad (Issuu), que a su vez permiten el enlace y la movilidad del fanzine a través de redes sociales y blogs. Por ejemplo, uno puede encontrar y seguir a los 5000 Negros en facebook, blogspot y twitter, que son las tres plataformas de comunicación que los editores utilizan para adelantar noticias, generar propuestas o descubrir rarezas de la actualidad mediática; aunque también funcionen como zona de ampliación de su discurso, ya que permiten la interacción con lectores, fans y detractores (que también los tienen).
Así, mientras El juguete rabioso se ha propuesto como un regreso al origen de la cultura fanzine a partir de una reconceptualización del género, 5000 Negros no niega su origen (escriben irónicamente “¿Cuántos escritores se necesitan para escribir un fanzine?”), como tampoco su pretensión de estilo pulp, o el gusto por la edición con características de alta definición: cubiertas de alto gramaje, blanco y negro más colores intensos, limpieza textual, márgenes justificados. Se trata de un regreso al formato pulp, pero como proyecto de creación que, sin embargo, no debe tanto a las tendencias (ahora que ha regresado el gusto por lo retro y todo aquello que contenga ecos de revival) como a una voluntad de escritura y creación conjunta.
Tal y como se definen, 5000 Negros es una publicación abierta al intercambio creativo, también espontáneo (cuentan con colaboraciones de Alberto Olmos, Javier Calvo, Cristina Fallarás o Javier Avilés), a la generación de relatos e historietas pulp y, sobre todo, a los contenidos (sean relatos o ilustraciones) bizarros. Una serie de coordenadas estilísticas que hacen de este fanzine no sólo una publicación atractiva, sino también muy gamberra y desenfadada. De hecho, y porque así lo obliga su carácter, unido a las licencias que permite un género como éste, hasta la fecha han dado salida a textos con dosis variantes de obscenidad, humor y provocación; que contrastan, por otro lado, con la moderación formal del diseño de cada número. Es decir, con la depuración de los excesos que en ocasiones parecen protagonizar (e identificar) a los fanzines, quizá con el fin de favorecer la lectura y apreciación de cada texto.
Así, el cuidado en la elaboración del fanzine pone de relieve dos aspectos no siempre relacionados, como son el de la profesionalidad de la publicación, un ejemplo de compromiso con el proyecto, más la “precariedad” asociada a este tipo de géneros. Dicho de otra forma, su desarrollo, distribución y éxito dependen fundamentalmente del trabajo y la gestión de sus editores, así como del rendimiento de cada lote de publicaciones. Sin embargo, a pesar de no llevar mucho tiempo en librerías, la publicación no ha pasado inadvertida. Por diversas circunstancias, fanzine wars incluidas, su presencia se ha hecho cada vez más notable, aunque podría decirse que la consolidación del proyecto ha tenido lugar con el número especial dedicado a la elaboración de un remake de otro remake. El Kodama Remake, en tanto contestación y gesto de desaprobación frente a la polémica desatada por la heredera de los derechos de la obra de Borges ante el escritor Agustín Fernández Mallo. Una iniciativa que, además de verse avalada por la independencia y la libertad del género, ha servido para dar solución creativa a una cuestión no poco compleja, como es la legitimidad del apropiacionismo por un lado y, por otro, su coste legal.
Si se recuerda, este caso dio lugar a reacciones muy distintas, entre las cuales destaca la redacción de una carta de apoyo al autor por parte de Miguel Espigado. Un texto escrito con cierta urgencia (así lo requería la noticia, por otro lado), que en apenas unos días contó con el aval de numerosas firmas de autores, lectores y críticos, unidos de esa forma a la protesta. Un gesto al que también se sumaron numerosos medios de prensa, que además de dar cuenta de la noticia, difundieron parte de la carta y de las firmas compiladas, como muestra de un criterio que no sólo denunciaba la postura de Kodama, sino que reivindicaba la labor creativa de Fernández Mallo en cuanto tal.
Así, aparecieron artículos firmados por Villoro, Germán Sierra, Fernández Porta, o David Torres, que fueron relevantes por el hecho de basarse en aspectos relativos a la construcción de la obra de Fernández Mallo, y no tanto en las intenciones del autor. Si es importarte subrayar este aspecto, es porque esta polémica dio lugar a discursos más centrados en conmover una conciencia que en el análisis de lo que estaba sucediendo, que tenía una dimensión estética, pero también una dimensión jurídica y legal. Quizá por ello, una de las respuestas más solventes sea la de este fanzine, puesto que abordó la cuestión sin ese tipo de lastres y, sobre todo, sin los condicionamientos propios de otro tipo de medios; compilando también algunas de esas firmas, pero sobre todo aportando textos inéditos de otros muchos autores. De ese modo, uno encuentra entre estas páginas entradas de blogs, cartas de protesta, artículos y collages, así como textos de creación e ilustración que, como el hacedor, juegan a la mixtura y la apropiación de imágenes y referentes.
Ya que es un Kodama remake, puede entenderse el elemento más recurrente, aunque sea alegóricamente, tanto como la presencia de variaciones, remakes y reescrituras de textos de Borges, como hacen los autores Mauro Roa, Francisco Javier Pérez o Doménico Chiappe. Unos textos que vendrían a poner en claro la legitimidad de mantener una relación favorable con la tradición, que por lo mismo sume, en lugar de restar. Una idea muy próxima al modelo de pensamiento “de segunda mano” que expresaba Luis Macías en la película del Proyecto Nocilla, en tanto estrategia que apuntaba hacia formas de gestión de la información más flexibles y abiertas. Así, y aunque el aparato legal no siempre lo refleje, prácticas como la apropiación y el remake constituyen en estos momentos mecanismos de creación no sólo legítimos, sino ampliamente legitimados por el imaginario social.
Como ha apuntado Fernández Porta, el problema que plantea esta polémica tiene más que ver con cuestiones estéticas que con la propia legislación, que en lo que a ello respecta resulta, si no obsoleta, fuera de tiempo. Viendo las consecuencias que su aplicación ha tenido en una trayectoria creativa como la de Agustín Fernández Mallo, no parece un exceso diagnosticar cierto retraso cultural; primero por estar juzgándose una conciencia creativa como si fuera una técnica intercambiable y, segundo, por apelar a criterios difícilmente sostenibles en relación a la propuesta estética de El Hacedor (de Borges), Remake. Se ha hablado de “un modo obsoleto de entender lo que es una marca” (Germán Sierra), pero sobre todo parece un modo obsoleto de entender lo literario ahora. Sin embargo, se trata de un caso lamentable que quizá sirva como revulsivo ante un problema cada vez más agresivo en relación al tratamiento de la creación contemporánea, como son los derechos de los autores frente a la gestión de los derechos de autor. Por lo que puede entenderse la relevancia de que un fanzine haya asumido temática y críticamente esta polémica, incluso participando del mismo ejercicio de vaciado y apropiación de Borges, atendiendo para ello a su disponibilidad en forma de tradición. Pues, al fin y al cabo, su respaldo intertextual sucede más allá de la cita visible.
Por último, lo que se constata con esta tendencia artesanal es la operatividad y legitimidad de una ética muy concreta, cuyas coordenadas estéticas aún están pendientes de escritura legal. Sobre todo por tratarse de contextos en los que ya no importa tanto el origen como la funcionalidad de los materiales. Un giro cualitativo que evidencia la brecha actual entre las nociones de estrategia y actitud, fundamental para poder apreciar una forma distinta de percepción y de relación con el entorno como es ésta.
[2] La reivindicación de una actitud: 5000 Negros. Un fanzine pulp. Número Especial. Octubre de 2011
Otro ejemplo que cabe mencionar, además del anterior, es el de 5000 Negros. Un fanzine pulp, también de reciente aparición. Un proyecto coordinado por Óscar Sáenz y Violeta Hernando, que participa del carácter artesanal del género, pero sin otorgarle el carácter exclusivo o de culto del anterior. Quizá por ello, sus autores han optado por elaborar un fanzine en conjunción con las posibilidades que ofrecen las herramientas digitales para la edición, la gestión y la promoción de contenidos; haciendo que éste salga a la calle no únicamente al viejo estilo. Sin embargo, no cuentan con una versión digital completa de cada número, por lo que el uso de canales digitales de información parece destinado a la presentación, promoción y archivo de cada publicación. Es decir, en tanto plataformas de visibilidad (Issuu), que a su vez permiten el enlace y la movilidad del fanzine a través de redes sociales y blogs. Por ejemplo, uno puede encontrar y seguir a los 5000 Negros en facebook, blogspot y twitter, que son las tres plataformas de comunicación que los editores utilizan para adelantar noticias, generar propuestas o descubrir rarezas de la actualidad mediática; aunque también funcionen como zona de ampliación de su discurso, ya que permiten la interacción con lectores, fans y detractores (que también los tienen).
Así, mientras El juguete rabioso se ha propuesto como un regreso al origen de la cultura fanzine a partir de una reconceptualización del género, 5000 Negros no niega su origen (escriben irónicamente “¿Cuántos escritores se necesitan para escribir un fanzine?”), como tampoco su pretensión de estilo pulp, o el gusto por la edición con características de alta definición: cubiertas de alto gramaje, blanco y negro más colores intensos, limpieza textual, márgenes justificados. Se trata de un regreso al formato pulp, pero como proyecto de creación que, sin embargo, no debe tanto a las tendencias (ahora que ha regresado el gusto por lo retro y todo aquello que contenga ecos de revival) como a una voluntad de escritura y creación conjunta.
Tal y como se definen, 5000 Negros es una publicación abierta al intercambio creativo, también espontáneo (cuentan con colaboraciones de Alberto Olmos, Javier Calvo, Cristina Fallarás o Javier Avilés), a la generación de relatos e historietas pulp y, sobre todo, a los contenidos (sean relatos o ilustraciones) bizarros. Una serie de coordenadas estilísticas que hacen de este fanzine no sólo una publicación atractiva, sino también muy gamberra y desenfadada. De hecho, y porque así lo obliga su carácter, unido a las licencias que permite un género como éste, hasta la fecha han dado salida a textos con dosis variantes de obscenidad, humor y provocación; que contrastan, por otro lado, con la moderación formal del diseño de cada número. Es decir, con la depuración de los excesos que en ocasiones parecen protagonizar (e identificar) a los fanzines, quizá con el fin de favorecer la lectura y apreciación de cada texto.
Así, el cuidado en la elaboración del fanzine pone de relieve dos aspectos no siempre relacionados, como son el de la profesionalidad de la publicación, un ejemplo de compromiso con el proyecto, más la “precariedad” asociada a este tipo de géneros. Dicho de otra forma, su desarrollo, distribución y éxito dependen fundamentalmente del trabajo y la gestión de sus editores, así como del rendimiento de cada lote de publicaciones. Sin embargo, a pesar de no llevar mucho tiempo en librerías, la publicación no ha pasado inadvertida. Por diversas circunstancias, fanzine wars incluidas, su presencia se ha hecho cada vez más notable, aunque podría decirse que la consolidación del proyecto ha tenido lugar con el número especial dedicado a la elaboración de un remake de otro remake. El Kodama Remake, en tanto contestación y gesto de desaprobación frente a la polémica desatada por la heredera de los derechos de la obra de Borges ante el escritor Agustín Fernández Mallo. Una iniciativa que, además de verse avalada por la independencia y la libertad del género, ha servido para dar solución creativa a una cuestión no poco compleja, como es la legitimidad del apropiacionismo por un lado y, por otro, su coste legal.
Si se recuerda, este caso dio lugar a reacciones muy distintas, entre las cuales destaca la redacción de una carta de apoyo al autor por parte de Miguel Espigado. Un texto escrito con cierta urgencia (así lo requería la noticia, por otro lado), que en apenas unos días contó con el aval de numerosas firmas de autores, lectores y críticos, unidos de esa forma a la protesta. Un gesto al que también se sumaron numerosos medios de prensa, que además de dar cuenta de la noticia, difundieron parte de la carta y de las firmas compiladas, como muestra de un criterio que no sólo denunciaba la postura de Kodama, sino que reivindicaba la labor creativa de Fernández Mallo en cuanto tal.
Así, aparecieron artículos firmados por Villoro, Germán Sierra, Fernández Porta, o David Torres, que fueron relevantes por el hecho de basarse en aspectos relativos a la construcción de la obra de Fernández Mallo, y no tanto en las intenciones del autor. Si es importarte subrayar este aspecto, es porque esta polémica dio lugar a discursos más centrados en conmover una conciencia que en el análisis de lo que estaba sucediendo, que tenía una dimensión estética, pero también una dimensión jurídica y legal. Quizá por ello, una de las respuestas más solventes sea la de este fanzine, puesto que abordó la cuestión sin ese tipo de lastres y, sobre todo, sin los condicionamientos propios de otro tipo de medios; compilando también algunas de esas firmas, pero sobre todo aportando textos inéditos de otros muchos autores. De ese modo, uno encuentra entre estas páginas entradas de blogs, cartas de protesta, artículos y collages, así como textos de creación e ilustración que, como el hacedor, juegan a la mixtura y la apropiación de imágenes y referentes.
Ya que es un Kodama remake, puede entenderse el elemento más recurrente, aunque sea alegóricamente, tanto como la presencia de variaciones, remakes y reescrituras de textos de Borges, como hacen los autores Mauro Roa, Francisco Javier Pérez o Doménico Chiappe. Unos textos que vendrían a poner en claro la legitimidad de mantener una relación favorable con la tradición, que por lo mismo sume, en lugar de restar. Una idea muy próxima al modelo de pensamiento “de segunda mano” que expresaba Luis Macías en la película del Proyecto Nocilla, en tanto estrategia que apuntaba hacia formas de gestión de la información más flexibles y abiertas. Así, y aunque el aparato legal no siempre lo refleje, prácticas como la apropiación y el remake constituyen en estos momentos mecanismos de creación no sólo legítimos, sino ampliamente legitimados por el imaginario social.
Como ha apuntado Fernández Porta, el problema que plantea esta polémica tiene más que ver con cuestiones estéticas que con la propia legislación, que en lo que a ello respecta resulta, si no obsoleta, fuera de tiempo. Viendo las consecuencias que su aplicación ha tenido en una trayectoria creativa como la de Agustín Fernández Mallo, no parece un exceso diagnosticar cierto retraso cultural; primero por estar juzgándose una conciencia creativa como si fuera una técnica intercambiable y, segundo, por apelar a criterios difícilmente sostenibles en relación a la propuesta estética de El Hacedor (de Borges), Remake. Se ha hablado de “un modo obsoleto de entender lo que es una marca” (Germán Sierra), pero sobre todo parece un modo obsoleto de entender lo literario ahora. Sin embargo, se trata de un caso lamentable que quizá sirva como revulsivo ante un problema cada vez más agresivo en relación al tratamiento de la creación contemporánea, como son los derechos de los autores frente a la gestión de los derechos de autor. Por lo que puede entenderse la relevancia de que un fanzine haya asumido temática y críticamente esta polémica, incluso participando del mismo ejercicio de vaciado y apropiación de Borges, atendiendo para ello a su disponibilidad en forma de tradición. Pues, al fin y al cabo, su respaldo intertextual sucede más allá de la cita visible.
Por último, lo que se constata con esta tendencia artesanal es la operatividad y legitimidad de una ética muy concreta, cuyas coordenadas estéticas aún están pendientes de escritura legal. Sobre todo por tratarse de contextos en los que ya no importa tanto el origen como la funcionalidad de los materiales. Un giro cualitativo que evidencia la brecha actual entre las nociones de estrategia y actitud, fundamental para poder apreciar una forma distinta de percepción y de relación con el entorno como es ésta.
Notas:
FERNÁNDEZ PORTA, Eloy (2008), Homo sampler. Barcelona: Anagrama
MARANDOLA, Marco (2005), ¿Un nuevo derecho de autor? Introducción al copyflet, acceso abierto y creative commons. Barcelona: Derechos de autor.
VARELA, Juan (2010), “La propiedad ya no importa”, Público, 26/12/2010
Imágenes:
Mercedes Díaz Villarías
El Juguete rabioso 1
5000 Negros Fanzine
Económicos. Catálogo
1 comentario:
...traigo
sangre
de
la
tarde
herida
en
la
mano
y
una
vela
de
mi
corazón
para
invitarte
y
darte
este
alma
que
viene
para
compartir
contigo
tu
bello
blog
con
un
ramillete
de
oro
y
claveles
dentro...
desde mis
HORAS ROTAS
Y AULA DE PAZ
COMPARTIENDO ILUSION
JARA CALLES
CON saludos de la luna al
reflejarse en el mar de la
poesía...
ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE FLOR DE PASCUA ENEMIGOS PUBLICOS HÁLITO DESAYUNO CON DIAMANTES TIFÓN PULP FICTION, ESTALLIDO MAMMA MIA, TOQUE DE CANELA ,STAR WARS,
José
Ramón...
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